Cuando los Aliados resultaron vencedores en la Segunda Guerra Mundial, en 1945, entregaron los activos que habían pertenecido a Adolf Hitler –que se suicidó en su búnker el 30 de abril de ese año– al estado alemán de Baviera, donde el líder nazi estaba radicado legalmente. Entre otras pertenencias, estaban los derechos de autor de Mi lucha, el libro-panfleto que Hitler escribió en la cárcel a la que fue condenado tras intentar un golpe de Estado en 1923.
El primer volumen de Mi lucha, una mezcla entre la autobiografía idealizada y el corpus teórico de tinte nacionalista, antisemita y racista que daría sustento a la ideología nazi, se publicó en 1925. Luego de 1945 –Holocausto mediante y habiendo vendido hasta ese entonces unas 12 millones de copias–, el estado de Baviera decidió no reeditar el libro para evitar que la palabra de Hitler se propagara. Este 31 de diciembre, setenta años después de su primera edición, se liberan los derechos de autor de Mi lucha, por eso en enero se publicará en Alemania una edición crítica y comentada por historiadores, que alcanza las dos mil páginas y cuya presencia en las librerías –pero sobre todo, su posible presencia en las escuelas– ya despierta polémica en el país europeo.
Esta versión fue iniciativa del Instituto de Historia Reciente alemán para adelantarse, en lo posible, a otras reediciones no comentadas del libro. La ministra de Educación, Johanna Wanke, es una de las partidarias de que a partir de 2016 el libro sea de lectura obligatoria en las escuelas secundarias: “Esta edición comentada debe estudiarse para que el pensamiento del dictador no quede sin réplica y porque es una herramienta ideal para confrontar a los jóvenes con el peor capítulo de la Historia reciente del país. Es mucho mejor que los alumnos conozcan el texto de la mano de sus maestros”, sostuvo, según publicó el diario español El País. En consonancia con ella opinó Josef Kraus, presidente de la Asociación de Maestros de Alemania: “La lectura crítica debería inmunizara a la juventud alemana contra el extremismo político. Las escuelas no pueden seguir ignorando el libro porque los adolescentes pueden encontrarlo en Internet”, explicó, y pidió que se incluya el texto en la educación obligatoria.
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Charlotte Knobloch, sobreviviente de la Shoá y presidenta de la Comunidad Judía de Múnich, no estuvo de acuerdo: “El libro no debe ser leído en las aulas. Confío en los investigadores, pero dudo que la nueva edición logre desmitificar Mi lucha”, dijo al diario israelí Haaretz. Josef Schuster, titular del Concejo Central de Judíos de Alemania, aseguró: “Conocer Mi lucha es importante para explicar el nazismo y el Holocausto, así que no objetamos una edición crítica que contraste las teorías racistas de Hitler con hallazgos científicos”. Ronald Lauder, que preside el Congreso Mundial Judío, declaró a Haaretz: “Mi lucha está disponible en bibliotecas universitarias y en Internet; no vemos la necesidad de que se impriman más copias y se distribuyan masivamente, incluso si se trata de una versión anotada”.
La distribución, sin embargo, no sería tan masiva en un principio: van a editar 4.000 ejemplares que se venderán a 59 euros, y por ahora no está previsto el libro electrónico ni una traducción al castellano. Las ganancias –si las hubiera, una vez pagada la investigación– serán destinadas a obras caritativas, según informó el Instituto de Historia Reciente que ya tiene lista la novedad editorial, que sacude a la opinión pública en Alemania, donde el nazismo –y el genocidio de más de seis millones de personas– será por siempre un tema sensible.