San Magno de Füssen fue un misionero del sur de Alemania, también conocido como el apóstol de Algovia, fue el fundador de la abadía de San Mang, en Baviera. 

San Magno de Füssen fue uno de los promotores de la Evangelización de Europa Central en el siglo VIII. Fue contemporáneo de San Galo, San Bonifacio y San Columbano.

Poco se sabe acerca de la infancia de San Magno, fuera de que nació en Suiza, en la ciudad de San Galo, nombrada en honor de su compañero de misiones. Desde muy joven, ingresó a la vida monástica, en una época en la que muchos monjes tenían que complementar la vida contemplativa con la Evangelización activa, por estar todavía muchas poblaciones recónditas en ignorancia de la Fe.

San Magno es recordado como uno de los que cuidó a San Galo durante su larga enfermedad, así como aquél que viajó a Bobbio, en Italia, para recuperar el bastón de San Colombano tras su muerte. En su camino de vuelta a Suiza, San Magno se encontró con una extraña bestia, que la tradición ha relacionado con el Demonio en forma de dragón. San Magno luchó contra la bestia con el bastón de San Columbano, y no tardó en vencerlo, quedando prendido a tan dichosa reliquia desde entonces.

Durante esos años, un sacerdote de la diócesis de Augsburgo le pidió que le acompañase a Algavia (Baviera), donde el obispo Wigberto le encomendó la Evangelización de la zona. Inmediatamente, el intrépido monje se adentró en las profundidades del bosque bávaro, cruzando el río Lech, y estableciendo una ermita en un sitio aún llamado Magnstritt, que significa “huella de Magno”.

El monje sabía que una de las maneras más efectivas para cristianizar a los pueblos de la época era dejando que ellos se acercaran a él, viendo su manera de labrar la tierra, vivir en oración y buscar al Señor. La pequeña ermita al otro lado del río Lech comenzó a atraer a los habitantes de la zona, y muy pronto la gente se empezó a convertir a la Fe al ver el ejemplo de este admirable hombre entregado a los demás, a la búsqueda de Dios, al trabajo y al estudio. Sin embargo, muchos de los pobladores permanecían escépticos a este piadoso hombre, del cual se burlaban y hacían bromas.Por esos tiempos, un oso acechaba las aldeas cercanas, haciendo mucho daño a las cosechas, así como al escaso ganado que tenían los pobladores, algunos incluso temían por la vida de los más pequeños, que corrían libremente por el bosque. Cuenta la tradición que San Magno andaba por su huerto, cuidando las plantas con cuyos frutos se alimentaba, cuando de pronto se encontró indefenso ante el inmenso animal. Durante varios minutos intentó huir de la furiosa bestia, que estaba decidida a quitarle la vida. El ruido hizo que varios pobladores vecinos se acercaran, viendo impotentes la segura muerte del monje. No obstante, San Magno alcanzó a coger con sus manos el bastón de San Columbano, con el cual rápidamente sucumbió al animal, atravesándole como si fuera una espada afilada. Los pobladores de la zona quedaron estupefactos ante la escena, logrando entonces la conversión de los más incrédulos.

La pequeña ermita no tardó demasiado en convertirse en monasterio, que llevaría el nombre de Füssen, nombre por el cual es conocido el santo. Cuenta la tradición, que el monje se hizo famoso por repeler a las víboras y alimañas de las cosechas con el bastón que poseía.

Aunque no se sabe la fecha exacta de su muerte, San Magno fue enterrado en el año 851, en la recientemente construida iglesia del monasterio de Füssen, aunque uno de sus huesos fue enviado a su ciudad natal.

San Magno fue canonizado en tiempos anteriores a la Congregación paralas Causas de los Santos, por lo que no hay constancia de la fecha de la ceremonia, sin embargo, se sabe que fue venerado como tal desde poco tiempo después de su muerte.

San Magno de Füssen es el protector en contra de los insectos y todos los animales perniciosos, encontrando gran devoción entre los agricultores y ganaderos de Bavaria.

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