La Unión Socialcristiana (CSU), el partido convervador de Baviera hermanado con la Unio Cristianodemócrata (CDU) de la canciller alemana Angela Merkel, abandonó ayer su controvertida propuesta de obligar a los extranjeros a hablar alemán dentro de casa y, ante las críticas recibidas, apostó únicamente por motivar el uso de este idioma “en el día a día”.
“Quien quiera vivir aquí de forma permanente, debe ser motivado a utilizar el alemán en el día a día”, reza ahora la propuesta que los socialcristianos debatirán este fin de semana en su congreso anual, y que inicialmente pretendía imponer el uso del idioma no sólo en los espacios públicos, sino también en el hogar.
Ante el aluvión de críticas recibidas tras conocerse ayer su iniciativa, los propios socialcristianos bávaros, socios de la coalición de Gobierno, reconocieron la necesidad de reformular su propuesta, a pesar de considerarla correcta en su esencia.
“Cada uno debe poder hablar en casa como le parezca”, asumió el vicepresidente de la CSU, Peter Gauweiler.
Alrededor de un 20 % de la población residente en Alemania tiene “raíces extranjeras” y el porcentaje de inmigrantes cuya lengua es diferente del alemán se acerca casi al 100 %.