Estado Libre de Baviera existió en la constitución de 1874.
El modelo federal alemán más que asimétrico es de geografía variable. El Estado Libre de Baviera es una de esas ironías, la otra es el Tribunal Constitucional Federal de Karlruhe. Hacen pareja. Baviera retrasó la decisión sobre el Mecanismo Europeo de Estabilidad al no considerar que el Bundestag carecía de competencias para ampliar el mandato del Banco Central Europeo. El Tribunal Federal Constitucional admitió a trámite el recurso de urgencia presentado por Peter Gauweiler (CSU) contra la compra de deuda del BCE. La excusa para que Joaquim Gauck –Presidente- no estampara la firma -de forma preventiva lo aprobado por el Bundestag, dejando Europa devorada por las llamas. ¡Viva Baviera!
Ante la ambigüedad para reclamar el estado propio, sin utilizar la palabra independencia, cabe pensar si tal propuesta incluye el Estado Libre de Baviera. La solución federal, conferencia de Pere Navarro el 16 de octubre, reivindicó la tradición federalista de la primera república. Reconocía en su primer artículo: ”los estados de Andalucía Alta, Andalucía baja, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Catalunya, Cuba, Extremadura, Galicia, Murcia, Navarra, Puerto Rico, Valencia, Regiones Vascongadas”. Vamos, café con leche para todos. Y los demás territorios, “las islas Filipinas, Annobon…” a medida de sus progresos se elevarán a Estados por los poderes públicos”. Con una declaración ilustrada, “lo individual será del individuo, todo lo municipal del municipio, lo regional del Estado, y todo lo nacional de la Federación”.
Alguien reprochaba a Pere Navarro inexactitudes históricas. El proyecto de constitución de República Federal no se aprobó en las cortes; esperaban convocar unas Costes Constituyentes. ¿Podemos concluir que la primera republica tampoco no existió?
Federalismo acosado.
Nadie trajo la Republica, dijo Emilio Castelar: “señores, con Fernando VII murió la monarquía tradicional, con la fuga de Isabel, la monarquía parlamentaria, con la renuncia de don Amadeo de Saboya, la monarquía democrática, nadie ha acabado con ella, ha muerto por si misma; nadie trae la República, la traen todas las circunstancias… Señores saludémosla como el sol que se levanta por su propia fuerza en el cielo de nuestra patria”.
Acabaron saludando la tercera guerra carlista, y un sinfín de sublevaciones separatistas. No reconocía la autoridad federal, aspiraban a un federalismo desde abajo. “Era un juego pueril que causaría risa, si no nos moviese a grandísimas penas” escribía Benito Pérez Galdós. Los republicanos federalistas divididos se enfrentaban a insurrecciones cantonalistas, pronunciamientos militares.
Las Costes se abrieron el 1 de junio y el 7 se proclamó la República Democrática Federal. El presidente Estanislao Figueres soltó en medio del Consejo de Ministro, y en catalán, estic fins als collons de tots vosaltres! Era el 10 de junio dio un paseo por el Retiro, y cogió el primer tren en Atocha para no bajar hasta llegar a París. Una discreta dimisión.
Antes que cualquier militar pudiera pronunciarse… nombraron presidente a Francesc Pi i Margall. ¿Y qué se encuentra? De poco sirvió que el 16 de junio creara la comisión redactora. El 30 de junio Sevilla proclama su Republica Social, el 9 de julio Alcoy se declara independiente, Algeciras, Málaga, Cádiz, Andújar, Granada… y Cartagena -con toda la flota naval- su aventura cantonalista que duró 6 meses (casi tanto como la república).
Y critican a Pere Navarro que no hubo federalismo en España. Francesc Pi i Margall dimite al no aceptarle un pacto con cantonalistas que hubiera hecho de España una confederación helvética –que de hecho, ya era. O ni eso.
Más allá del derecho, la metafísica federal.
Nos ha quedado la idea de un Ortega y Gasset martillo de los nacionalismos periféricos y un Pi i Margall centrifugador de España. La constitución de 1978 fue el intento de reconciliar en una España federal entre las distintas naciones; aunque Jordi Solé Tura advertía del riesgo de volver a las dialécticas nacionales. Para muestra el artículo 155 que incluye la “coacción federal” (Bundeszwang, artículo 37 constitución alemana).
Pi i Margall critica en La lucha de nuestros días la revolución francesa por decapitar a los monarcas pero no a la monarquía, como concepto de política centralista. Un siglo XIX entre la revolución y la restauración, entre el federalismo y el nacionalismo. Tras Francesc Pi i Margall asumiría la presidencia de la república federal Nicolás Salmerón de Alhama la Seca (Almería). Empeñado en sentar cátedra de Derecho Constitucional, aunque la suya era de Metafísica –en la Universidad Complutense, que perdió con la restauración Borbónica en 1874, pronunciamiento de Sagunto. Dimitió al negarse a firmar penas de muerte, con un ejército monárquico ostil a la república con cada vez más fuerza.
Exiliado en París fundó el Partido Republicano Progresista. Con la amnistía decretada por el liberal Mateo Sagasta, recuperaría la cátedra en 1884. Al fracasar la unión de republicanos, Nicolás Salmerón optó por unificar las fuerzas antidinásticas, en coalición con Solidaridad Catalana. Elegido diputado republicano, como diría Claudio Sánchez Albornoz, sería “la sombra de la República que un día habrá de llegar”.
El federalismo y sus enemigos.
Los que se burlan del federalismo pueden gritar ¡viva Cartagena! No hace falta erudición para proclamar la muerte del federalismo señalando con el dedo un país proclive a los pronunciamientos y los alzamientos. La duda es si se comparten esa tesis del gobierno, según la cual al igual que una familia no hemos de gastar lo que no tenemos. Demuestra que hemos sido capaces de transitar de la familia a la sociedad civil, ni de la estirpe al estado. La política condimentada con papilla del corazón –que despreciaba Hegel.
El manifiesto republicano y federalismo, por una solución de izquierdas a la crisis reivindica la tradición “emancipadora del federalismo catalán y español” de Pi i Margall, “la solución federativa”. En el proyecte de Constitución per el Estado catalán, que Pi i Margall redactada en 1883, reclama “el establecimiento y sostenibilidad de a igualdad social para todos los españoles”. Hoy Europa se debate entre el egoísmo nacional de Angela Merkel y construir un Estado Federal de Europa.