Su belleza es tal que incluso inspiró a Disney para crear el castillo de la Bella Durmiente. Hablamos del majestuoso y fotogénico Castillo de Neuschwanstein, un lugar que merece una visita para todo aquel que visite los alrededores. Está situado en Baviera, cerca de Füssen y a unos 130 kilómetros de la ciudad de Múnich, por lo que se puede visitar en una excursión de un día.
Su construcción fue un capricho del rey Luis II de Baviera –conocido como el rey loco- quien, en 1866 decidió levantar un castillo de ensueño que, en primer lugar se llamó Nuevo Castillo de Hohenschwangau y tras su muerte cambió su nombre por el de Neuschwanstein. En la época en la que se edificó ya no se construían fortalezas de carácter defensivo, por lo que fue un antojo del rey, quien soñaba con poseer un castillo en un entorno idílico, desde cuyas torres se pudiera admirar un paisaje único.
Luis II encargó el proyecto a Christian Jank, un escenógrafo teatral, y al arquitecto Eduard Riedel, quienes idearon el castillo con una estética medieval pero con numerosas comodidades inusuales en las construcciones de la época. Un ejemplo de ellas era la calefacción central de aire caliente, el agua corriente, luz eléctrica y línea telefónica. El rey quiso inspirarse en las óperas de Richard Wagner, de quien era admirador, y también en su desbordante imaginación.
La ubicación fue elegida porque el rey pasó parte de su infancia cerca de este lugar. Por aquel entonces, sobre el desfiladero de Pöllat y los lagos Alpsee y Schwan existían dos pequeños castillos, uno de ellos en ruinas. Cuando Luis II subió al trono, el castillo de Neuschwanstein fue su primer gran proyecto de construcción, al que seguirían el palacio de Linderhof y el de Herrenchiemsee.
Neuschwanstein está compuesto por 200 habitaciones y salones, entre los que destacan algunos como la Sala del Trono, con una sorprendente altura, la Sala de los Cantores, la capilla o el dormitorio del rey. Aunque en general, la combinación de estilos arquitectónicos y el gran número de piezas de artesanía que decoran su interior son increíbles. Estéticamente, Neuschwanstein es una maravilla, sus salas deleitan a cada uno de los visitantes que caminan por ellas imaginándose cómo era la vida siglos atrás.
El castillo abrió sus puertas al público tan solo seis semanas después de la muerte del rey. Desde entonces, se pueden hacer visitas guiadas por su interior. Neuschwanstein está construido sobre rocas y compuesto por varias torres, almenas y esculturas que destacan en sus fachadas. El estilo es muy peculiar, con toques románticos y pintorescos, casi parece un castillo descrito en un cuento al que va a regresar un caballero.
Sin embargo, a la muerte de Luis II, el castillo aún no estaba terminado -faltaban entre otras estancias el Cuarto de las Damas, la Torre Cuadrada y la Casa de los Caballeros, que se terminaron posteriormente pero de forma más sencilla a la que él había proyectado. Aún así, Neuschwanstein es uno de los castillos bonitos y con encanto de toda Alemania y, por supuesto, de Europa.