La canciller alemana, Angela Merkel, intenta evitar que la crisis de los refugiados desborde a su Gobierno, con reuniones con sus socios de coalición este fin de semana y posteriores cumbres con los poderes locales y de los “Länder”.

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La portavoz adjunta de la Cancillería, Christiane Wirtz, avanzó hoy la agenda de reuniones mientras se suceden las críticas a la gestión de la canciller y crecen las tensiones en la gran coalición de Gobierno.

El líder del Partido Socialdemócrata (SPD) y vicecanciller, Sigmar Gabriel, apremió a Merkel a poner fin al intercambio de “chantajes e insultos” desatado en el seno de sus filas conservadoras en torno a la crisis de los refugiados.

“El conflicto entre la CDU/CSU amenaza la operatividad del Gobierno en un momento en que nuestro país debe afrontar el gran desafío de acoger a oleadas de refugiados”, afirmó Gabriel en declaraciones a la edición digital del semanario “Der Spiegel”.

Gabriel, ministro de Economía y vicecanciller en la gran coalición, incidió así en el enfrentamiento abierto entre la Unión Cristianodemócrata (CDU) que preside Merkel y su hermanada Unión Socialcristiana de Baviera (CSU).

El líder de la formación bávara, Horst Seehofer, lleva semanas apremiando a Merkel para que frene el flujo de refugiados que entran en el país principalmente por Baviera y ha planteado un ultimátum a la canciller para que actúe antes de este domingo.

Merkel, hasta ahora, ha respondido que no se puede esperar una “solución rápida” de la situación creada por la llegada masiva de refugiados.

Para este fin de semana hay programada una ronda de encuentros en distintos formatos entre los líderes de los tres partidos de la coalición, que arrancará mañana con una reunión entre la canciller, de regreso de su viaje por China, y Seehofer.

A esa primera cita seguirá el domingo una ronda entre los jefes de las tres formaciones gubernamentales, en la cual Seehofer aspira a que se tengan en cuenta sus exigencias.

El disenso entre los dos partidos conservadores ha subido tanto de tono que algunos medios alemanes barajaban la posibilidad de una retirada de los ministros de la CSU de la coalición.

Desde el jueves, sin embargo, empezó a percibirse una cierta voluntad de distensión entre las filas bávaras, a la espera de que se consiga un mínimo consenso entre ambas partes.

La situación en la frontera entre Austria y Baviera ha crispado los ánimos en la CSU, partido hegemónico del Land más directamente afectado por la oleadas de refugiados, pese a que éstos se reparten luego de acuerdo a un sistema de cuotas por todo el país.

En los últimos días han entrado en Alemania entre 6.500 y 10.000 refugiados diarios a través de los dos principales pasos fronterizos entre Baviera y Austria, junto a la ciudad de Passau.

En el lado austríaco, miles de refugiados esperan la oportunidad de cruzar a Alemania, acampados en condiciones precarias, y ONG de ayuda a los asilados han calificado de crítica la situación, especialmente de los niños, ante las gélidas temperaturas nocturnas.

Los pronósticos sobre el cómputo de refugiados que Alemania recibirá este año se sitúan entre los 800.000 y el millón, lo que ha disparado las presiones políticas sobre la canciller.

Hasta ahora, Merkel ha respondido con una reforma de la ley de asilo que acelerará el proceso de evaluación de las solicitudes y, con ello, las expulsiones de aquellos cuya petición se rechace.

Sin embargo, la canciller insiste en que no se puede poner un límite cuantitativo a la recepción de peticionarios.

Tras las reuniones del sábado y el domingo, Merkel ha citado para la próxima semana en Cancillería a los representantes de los municipios y a los primeros ministros de los Länder, que exigen del Gobierno más recursos para responder a los desafíos logísticos y políticos derivados de la acogida de refugiados.

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