La canciller alemana, Angela Merkel, visitó ayer las zonas afectadas en el país por las fuertes inundaciones que azotan el centro y este de Europa y que han causado la muerte de al menos catorce personas e innumerables daños materiales. Sin embargo, aunque la atención estaba centrada en la ayuda a los damnificados en los Estados federados del sur y este, donde han perdido la vida al menos cuarto personas, no se pudieron evitar las comparaciones con su antecesor en el cargo, Gerhard Schröder.

El político socialdemócrata (SPD) tuvo que hacer frente a las inundaciones originadas por el desbordamiento del río Elba a escasas semanas de las elecciones del 22 de septiembre de 2002. En ese momento, Schröder no dudó en calzarse unas botas de agua negras y ponerse un impermeable verde para evaluar la situación de emergencia originada por unas crecidas que arrasaron la ciudad de Dresde, entre otras.

Las imágenes del entonces canciller alemán andando por el barro e intentando ayudar a las zonas afectadas aún están presentes en la retina de los ciudadanos germanos. Esa cercanía y la gestión de la crisis, dio un vuelco a las elecciones. Los sondeos lo dejaban por detrás de su rival de la Unión Cristianosocial (CSU), Edmund Stoiber, pero las inundaciones jugaron a su favor y acabó ganando los comicios. A partir de ese momento, los medios de comunicación del país comenzaron a llamar a esas botas como «las botas de goma de las elecciones».

En esta ocasión, Merkel no se encuentra por detrás de su rival socialdemócrata, Peer Steinbrück, en los sondeos de opinión y no cree que las inundaciones vayan a jugar un papel relevante en la cita con las urnas prevista para el próximo 22 de septiembre, como bien quiso dejarlo claro su portavoz de Gobierno, Steffen Seibert. Por ello, en lugar de unas botas de agua -por otra parte atuendo habitual para todos los efectivos y personas desplegadas en las zonas afectadas- la mandataria optó por un calzado de montaña y una gabardina oscura, lo que seguramente limitó en gran medida su exploración de las zonas catastróficas.

«Sin burocracia»

En Passau (Baviera), su primera parada de un viaje que le llevó también a visitar Pirna (Sajonia) y Greiz (Turingia), anunció que el Ejecutivo germano pondrá a disposición de los Estados federados golpeados por las fuertes lluvias al menos cien millones de euros en «ayuda rápida y sin burocracia». De esta manera, Merkel dejó claro que su gestión de la crisis será a fuerza de talonario.

Passau vive las peores inundaciones de los últimos 500 años, donde el Danubio ha anegado comercios, restaurantes, hoteles y viviendas. Mientras, el río Elba ha inundado la ciudad de Pirna y el río Weisse Elster ha hecho lo propio con Greiz. «Es un momento difícil para la población», aseguró la canciller, que dijo estar impresionada por la cooperación y ayuda de la gente. «No nos dejamos doblegar, tampoco cuando la naturaleza muestra su lado más duro», afirmó.

Los servicios meteorológicos pronostican que, si bien las lluvias continuarán en los próximos días, lo peor puede haber pasado ya en Passau. No ocurre lo mismo con la histórica ciudad de Dresden y la vecina Meissen, que continúan bajo la amenaza de las aguas. Ambas localidades ya fueron devastadas en un unas inundaciones similares que se produjeron hace once años en Europa Central.

Junto a Alemania, una de las peores caras del temporal la sufre Chequia, que ayer gracias a las barreras de metal impidió que el desbordamiento del río Vltava afectara el casco histórico. Mientras, numerosas zonas del norte y sur de la capital permanecían bajo las aguas, incluyendo el zoológico y el hipódromo.