La canciller alemana y candidata de la Unión Cristianodemócrata (CDU) a la reelección, Angela Merkel. EFE

Por María Laura Aráoz (dpa) 

Berlín, 13 sep (dpa) – La canciller alemana, Angela Merkel, enfrenta este domingo en los comicios regionales de Baviera la prueba más importante previa a las elecciones generales del 22 de septiembre.

“Es la etapa reina antes de las generales”, afirma Alexander Dobrindt, secretario general de la Unión Social Cristiana (CSU), la rama bávara de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), que gobierna este próspero estado del sur de Alemania desde hace 56 años.

Las encuestas indican que la CSU recuperará la mayoría absoluta que perdió en 2008, cuando obtuvo el peor resultado histórico y tuvo que aliarse con los liberales del FDP tras más de medio siglo de hegemonía en solitario.

También Merkel es favorita para los comicios generales, con entre 39 y 40 por ciento en las preferencias electorales para su CDU, presente en los otros 15 estados alemanes.

Sin embargo, los analistas advierten del peligro que encierran estos comicios para la canciller. Por un lado, los bávaros tendrán que acudir dos veces a las urnas en una semana, lo que podría traducirse en una menor participación electoral a nivel nacional.

Por el otro, apuntan que un triunfo dado por seguro también perjudicaría a Merkel y sus conservadores. “El calendario no beneficia a Merkel”, analiza el economista Carsten Brzeski del ING Bank. “Si la CSU consigue un triunfo abrumador, los votantes de la CDU se cuestionarán si tiene sentido votar en los comicios nacionales”.

Los resultados de los aliados del Partido Liberal también podrían incidir a nivel nacional. De quedar fuera del Parlamento muniqués, muchos conservadores podrían recurrir al voto útil en las generales para asegurar la permanencia del FDP en el Bundestag, debilitando a Merkel.

Los institutos demoscópicos ubican a la CSU liderada por el primer ministro Horst Seehofer entre el 47 y 48 por ciento, más de lo que conseguirían las otras cuatro agrupaciones representadas en el hemiciclo de Múnich.

“Baviera es la CSU y la CSU es Baviera”, reza uno de los lemas de campaña de los socialcristianos en una región tradicionalmente conservadora y una de las más populosas del país, con 12,5 millones de los 80,5 millones de habitantes de Alemania y nueve millones con derecho a voto.

Menos factible parece un cambio de timón a cargo del opositor Partido Socialdemócrata (SPD), aún cuando el adversario de Seehofer, el alcalde de Múnich, Christian Ude, es una figura muy popular. Ude atacó a la CSU por varios casos de clientelismo entre sus diputados, pero el tema no ha prendido en campaña y el SPD está entre 18 y 21 por ciento de la intención de voto.

Estas expectativas tan bajas podrían resultar beneficiosas para el rival socialdemócrata de Merkel, Peer Steinbrück, quien está muy por detrás de la canciller en la intención de voto pero ganó terreno los días posteriores al único debate televisivo que los enfrentó.

“Si el SPD sorprende con mejores resultados de los esperados sería un fuerte impulso para Steinbrück”, opina el economista.

La CSU sufrió hace cinco años la peor derrota de su historia y cayó de 60,7 en 2003 a un 43,4 por ciento. La formación quedó sumida en su peor crisis y cambió dos veces de presidente hasta que Seehofer dejó su cargo de ministro en Berlín para dar un golpe de timón.

Con el recuerdo fresco de la humillación sufrida hace cinco años, Seehofer proclamó estas elecciones como “la madre de todas las batallas” y trató de movilizar a sus votantes.

Seehofer causó revuelo en la campaña al amenazar con no firmar en el futuro ningún contrato de coalición a nivel nacional que no incluya la implantación de cobro de peaje de autopistas a extranjeros. Uno de cada siete bávaros apoyan esta moción que creen justa en una región lindante con Suiza y Austria, dos países que cobran peaje.

Merkel intentó esquivar el tema en campaña, pero en el único duelo televisivo con su rival socialdemócrata, Peer Steinbrück, pronunció un claro “no”. Pese a esta contradicción, ambas han cerrado filas. “La CDU no es capaz de gobernar sin la CSU”, sostuvo Merkel.