La contestación social frente a la cumbre del G7 que arrancará el domingo en el sur de Alemania mostró hoy su fuerza en Munich, con duras demandas y críticas a este foro y a sus políticas, con una manifestación masiva y un congreso alternativo.
Berlín, 4 (dpa) – Los dispositivos policiales, sin parangón en Alemania para impedir el despliegue de las protestas en torno a la reunión de los líderes de EEUU (Barack Obama), Alemania (Angela Merkel), Francia (François Hollande), Reino Unido (David Cameron), Italia (Matteo Renzi), Canadá (Stephen Harper) y Japón (Shinzo Abe).
“Parar el Tratado Transatlántico (TTIP, por sus siglas en inglés), salvar el clima, combatir el hambre”, fue el eslogan de la protesta absolutamente pacífica impulsada por ongs y partidos como Los Verdes y Die Linke a la que se sumaron casi 35.000 personas, según cálculos de la policía.
“La cumbre de Elmau no alimentará a los pobres cerdos”, reza la pancarta que el agricultor transporta en su tractor. El gasto desmedido en seguridad y la desconfianza en todos los mandatarios produce un rechazo popular de magnitud similar a los de inicios de la crisis, en 2008-2009.
Las críticas de estos colectivos al G7 van desde la falta de avances en la lucha contra el cambio climático, hasta la dirección de las negociaciones para lograr un tratado de libre comercio entre EEUU y la UE, pasando por la denuncia del hambre en el mundo y las violaciones de los derechos humanos.
Asimismo se ha denunciado desde distintos ámbitos el costo de la cumbre: el estado de Baviera ha presupuestado 130 millones de euros, unos 90.000 euros por minuto para una reunión de apenas 24 horas. La cumbre tiene un dispositivo de seguridad que moviliza a más de 20.000 agentes: 18.000 policías alemanes y 2.000 de la vecina Austria.
Además, las fuerzas de seguridad reintrodujeron temporalmente los controles fronterizos -suspendiendo la libertad de movimiento en el Estado- y está previsto que instauren el mayor cierre del espacio aéreo de la historia del país. Entre la mañana del domingo y la tarde del lunes nada -desde avionetas privadas hasta cometas, pasando por parapentes y drones- puede sobrevolar un área de 100 kilómetros de radio en torno al castillo de Elmau.
Desde el sábado permanece cerrado un perímetro de seguridad de 16 km alrededor del castillo, enjaulado tras instalarse una verja de tres metros de altura y siete kilómetros de largo.
De forma paralela, el campamento de protesta “Stop-G7” en Garmisch, localidad más cercana al remoto castillo de Elmau donde se celebra la cumbre, cuenta ya con entre 250 y 300 ocupantes que tuvieron problemas en un principio para obtener la autorización pertinente.
Por su parte, la “Cumbre Internacional de Alternativas” reunió a 600 personas en Munich, la gran ciudad más próxima a Elmau (100 kilómetros), en una serie de mesas redondas y talleres de trabajo impartidos por más de 60 activistas de 17 países.
Esta iniciativa, auspiciada por ongs como Attac, Oxfam, Welthungerhilfe, Médicos del Mundo y Pan para el Mundo, contó entre sus ponentes con el suizo Jean Ziegler, conocido crítico de la globalización.
A él se unieron varios representantes latinoamericanos, como la indigenista y activista ambiental mexicana Bettina Cruz y la abogada colombiana Liliana Cruz. Thomas Eberhardt-Köster, organizador de esta Cumbre alternativa y miembro de Attac Alemania, aseguró en la inauguración que “muchos problemas del mundo, como las injustas políticas de libre comercio, la crisis del clima y el hambre creciente, están ligados directamente a las políticas de los estados del G7”.
Los dos eventos fueron el inicio de una miríada de actos de protesta que en toda a Alemania mostrarán las posiciones de los sectores más críticos de la primera economía europea con este encuentro. Entre ellos destacan la manifestación del sábado en Garmisch y el concierto “Juntos contra el hambre” que ese mismo día tendrá lugar en Munich.
La inmensa mayoría de los alemanes no milita en la crítica activa al G7, pero se muestran profundamente escépticos con su utilidad y simpatizan con los que los rechazan activamente, según una encuesta de Emnid: el 65% espera una “contribución mínima” del encuentro y un 20% no espera de él “nada en absoluto”.