La deriva hacia la extrema derecha del partido conservador francés, la creciente deuda pública de Francia y la victoria del partido de Angela Merkel en Baviera a sólo seis días de las elecciones generales en Alemania, son los temas que destaca la prensa francesa de hoy.
“UMP – Frente Nacional. Extrema deriva”, es el inquietante titular de portada de Libération, que constata que iniciada por Nicolas Sarkozy y continuada por Jean-François Copé, la derechización de la UMP alcanza a François Fillon. Un acercamiento al Frente Nacional que podría provocar la implosión del partido. Eric Decouty nos ofrece una pequeña lección de historia en el editorial de Libération: el 11 de septiembre de 1983, el partido conservador que entonces se llamaba RPR establece por primera vez una alianza con el Frente Nacional para conquistar la alcaldía de Dreux. Treinta años más tarde, la derecha sigue afectada por la misma tentación de un acercamiento con la extrema derecha. Sin embargo los tiempos han cambiado, constata el editorialista. Nunca el dique entre los dos partidos ha parecido tan frágil. Son los valores de la derecha tradicional los que hoy se tambalean. Ya que después de haber adoptado los temas típicos del Frente Nacional –inmigración, seguridad, identidad nacional, etc.– una franja de la UMP ya no ve una “frontera infranqueable” con el partido de Marine Le Pen. Nicolas Sarkozy, añade Libération, ya había iniciado esta deriva hacia la extrema derecha durante su campaña del año pasado. Jean-François Copé y Fançois Fillon la precipitan. La derecha republicana, concluye Libération, debe practicar la amputación de una parte de su cuerpo gangrenado si quiere sobrevivir.
En cambio la derecha alemana tiene el viento en popa. Le Monde destaca en su editorial de portada los buenos augurios que representan para la canciller alemana Angela Merkel, la victoria de su partido en el Land de Baviera, a sólo seis días de las elecciones presidenciales. Claro que no se puede hablar de test nacional, considera el editorialista de Le Monde, por la singular situación de Baviera en dos aspectos: se vota tradicionalmente a la derecha y es el Land con la situación económica más resplandeciente de Alemania. Pero Horst Seehofer, ministro, presidente de la región y jefe de la CSU, partido hermano de la CDU de Merkel, ha ganado con el mismo mensaje que la canciller: “Alemania va bien, continuemos así”. Eslogan repetido como una evidencia y que corresponde forzosamente a la realidad. Alemania va bien con un crecimiento económico sólido, una tasa de desempleo inferior a la media europea (menos del seis por ciento), las cuentas públicas en equilibrio, una mano de obra muy calificada, producto de un excelente sistema de formación, etc. La canciller basa su campaña en este balance y en su personalidad: animal político serio, pragmático, capaz de giros de ciento ochenta grados (véase su decisión de abandonar la energía nuclear después de la catástrofe de Fukushima), con fines tan electoralistas como medioambientales. “Mutti”, es decir “mamita” como se le apoda, tiene una manera muy eficaz de destilar ese estribillo de sentido común: ¿Por qué cambiar al entrenador de un equipo que gana?
Pero Francia no es Baviera y la deuda pública sigue creciendo, según destaca el conservador Le Figaro en su portada con el alarmista titular “La deuda de Francia rozará los dos mil millardos en 2014”, explicando que según fuentes fidedignas alcanzará su nivel récord de un 95.1% del Producto Interior Bruto, muy lejos de la previsión enviada hace seis meses a Bruselas. Gaëtan de Capèle se muestra muy expresivo en el editorial de Le Figaro: “Tic-tac, tic-tac, mientras la economía francesa se estanca”, podemos leer, “y que los déficits aumentan, la bomba de relojería de la deuda pública se muestra cada día más amenazadora. ¡Dos mil millardos de euros!” exclama el editorialista. Si todo sucede como lo prevé el gobierno, ésta será más o menos la suma astronómica que Francia deberá a sus acreedores a finales del año próximo. Y decir que con sólo la mitad de esta suma como deuda, hace apenas diez años todo el mundo se ponía las manos en la cabeza. Para decir las cosas honestamente, concluye Le Figaro, esta explosión de la deuda es fruto de un laxismo compartido entre la derecha y la izquierda desde hace cuarenta años.