La canciller alemana, Angela Merkel, marcó este domingo otro hito, ocho años después de convertirse en la primera mujer -y del Este del país- al frente de la Cancillería, al rozar la mayoría absoluta en unas elecciones que convirtieron en extraparlamentarios a sus socios liberales.
Merkel buscaba la reelección para su tercer mandato y logró el mejor resultado de la Unión Cristianodemócrata y su hermanada Unión Socialcristiana de Baviera (CDU/CSU) desde el 43,8 % obtenido en 1990 por Helmut Kohl, en medio de la euforia entonces por la reunificación del país.
Contenida, como siempre, pero emocionada y hasta “íntima” -agradeció el apoyo de su esposo, Joachim Sauer, en una casi declaración de amor insólita en ella-, Merkel fue aclamada en la sede de la CDU, mientras los liberales vivían su “waterloo”.
A este partido histórico, que marcó la pauta de la política exterior alemana casi ininterrumpidamente, en 17 de los 22 gobiernos federales, le correspondió ahora encajar una maldición similar a la de los anteriores socios de Merkel, los socialdemócratas.
Merkel accedió a la cancillería en 2005 y, con apenas un punto sobre el derrotado Gerhard Schröder y sin mayoría para tratar de formar gobierno con los liberales, se puso al frente de una gran coalición con Frank-Walter Steinmeier en la cartera de Exteriores.
El Partido Socialdemócrata (SPD) del vicecanciller cayó diez puntos en las siguientes elecciones generales. El FDP, que en 2009 se convirtió en socio de Merkel con un récord histórico del 14,6 %, quedó ahora por debajo del 5 % mínimo para lograr escaños.
Decir que Merkel, con reputación de implacable con sus socios europeos, engulló ahora, sin más, a sus aliados domésticos sería olvidar la cadena de disensiones y crisis de liderazgo del FDP en estos cuatro años.
La popularidad de Merkel entre el electorado parece inmune a toda crítica a escala internacional, por la tenaza de la austeridad a rajatabla que ha defendido su gobierno frente a sus socios de la UE.
Tampoco parece afectarle que el buen balance, en cuanto a cifras macroeconómicas, de la primera economía europea no se refleje en la microeconomía ciudadana, en medio de la creciente precarización del mercado laboral germano.
La Alternativa para Alemania (AfD), formación que pretende la salida “voluntaria” del euro de los países en dificultades, lograron un resultado parecido al de los liberales, lo que supone un “relevo” en el panorama político alemán poco tranquilizador para Merkel.
En cualquier caso, los comicios dejaron clara la capacidad de la canciller para movilizar a un electorado, al parecer convencido de que su liderazgo garantiza una Alemania fuerte y blindada ante tempestades que sacuden a otros países.
El índice de participación en estas generales fue del 73 %, el más alto desde 2002, tras una intensa campaña que se prolongó hasta esta misma jornada electoral.