En imágenes aéreas se observa el centro histórico de la urbe totalmente anegado después de que el Danubio se saliese de su cauce. Sin embargo, este no es el único río que atraviesa la ciudad, también el Inn y el Inz discurren por Passau, de ahí que las autoridades vigilen con especial atención los niveles del agua. Unos 400 efectivos trabajan en la ciudad para recuperar la normalidad y evitar que los efectos de las inundaciones puedan conducir al desastre.
La prensa alemana informa de la evacuación de miles de damnificados a zonas de seguridad mientras que protección civil ha asegurado que al menos una persona ha fallecido al ser arrastrada por el agua y cifra en dos el número de desaparecidos. Además, se han producido cortes en el suministro eléctrico y restricciones en el transporte ferroviario.
El estado de alarma también se ha decretado en las ciudades de Chemnitz y Zwickau así como en el distrito de Leipzig, pertenecientes al estado de Sajonia, o los de Miesbach, Rosenheim y Berchtesgadener, en Baviera. Según los meteorólogos, la situación comenzará a remitir a partir del martes.
El gobierno de Merkel ha movilizado al ejército para participar en las labores de contención de las inundaciones. La gestión de una catástrofe natural puede ser clave para la canciller alemana a solo tres meses vista de las elecciones generales. A pesar de que las encuestas la sitúan como clara favorita, la experiencia le demuestra que una buena gestión en situaciones “límite” puede ser determinante. Así ocurrió en 2002, cuando también unas dramáticas inundaciones irrumpieron a las puertas de una campaña electoral. El por entonces canciller Gerhard Schröder, hundido en las encuestas, se calzó las katiuskas y acudió a las zonas afectadas. Su actuación le sirvió para recuperar la confianza de los alemanes y logró ser reelegido.