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Solamente el sábado, unos 12 mil 200 refugiados del Cercano y Medio Oriente y África llegaron a Múnich, principal punto de acogida para los inmigrantes en el país germano. Debido a la sobrepoblación, que ya había sido advertida anteriormente, muchos de los asilados tuvieron que dormir en colchonetas a falta de camas. El alcalde Dieter Reiter apeló a la canciller Ángela Merkel y a los demás estados a no abandonar a la ciudad a su suerte.
La compañía de ferrocarriles alemanes Deutsche Bahn evacuó por primera vez un tren de alta velocidad para trasladar a refugiados de Múnich a Berlín. Esto hecho obligó a los pasajeros con boletos comprados para este tren a cambiarlos por otros para poder viajar a la capital.
Reiter echó en cara a sus colegas de otras regiones de falta de solidaridad, pero muchos dijeron que ya han alcanzado sus propios límites. “Toda la semana hemos estado ayudando a los colegas de Baviera -estado federado cuya capital y principal ciudad es Múnich-, habilitando a diario nuevos alojamientos”, replicó un portavoz del ministerio del Interior de Renania del Norte-Westfalia. “Pero no sabemos cuánto más podemos tolerar”, previno.
Múnich recibió y alimentó a 63 mil refugiados desde finales de agosto, lo que equivale a la población de una ciudad pequeña. La ola de refugiados continuó también este domingo.
En Hungría, la Policía registró el sábado a 4 mil 330 nuevos refugiados, una cifra récord para un día en dicho país. El sábado llegaron a la frontera entre la nación otomana y Austria unos 6.600 refugiados.
Al límite
La primera ministra de Renania-Palatinado, la socialdemócrata Malu Dreyer, demandó una reunión de emergencia de todos los jefes de gobierno de las 16 regiones alemanas.
También en las filas del gobierno de Merkel comienzan a alzarse voces para demandar el fin del ingreso irrestricto de refugiados que resolvió la canciller alemana el fin de semana pasado, ante la delicada situación de miles de personas atrapadas en Hungría.
El ministro del Interior de Alemania, el democristiano Thomas de Maizière, llamó a rebajar el ritmo de las llegadas. “Tenemos que volver rápidamente a los procedimientos que estipulan los reglamentos”, afirmó al diario Tagesspiegel.
“Hemos llegado al límite, hay que enviar esta señal de forma clara”, reclamó el ministro de Transporte de Alemania, el socialcristiano Alexander Dobrindt.
Los socialcristianos de Baviera han sido especialmente críticos con Merkel y la acusan de haber cometido un grave error dejando entrar a los refugiados sin que estuviesen registrados en el primer país de la Unión Europea que pisaron como lo estipulan las reglas comunitarias.
Repartición
Merkel defendió la política de puertas abiertas. “Fue una situación de emergencia”, reiteró en un congreso de su Unión Demócrata Cristiana.
La mandataria llamó a todos los Estados del bloque a recibir a refugiados. “Esto no es solo responsabilidad de Alemania, sino de todos los Estados miembros de la Unión Europea”.
Este lunes se reunirán en Bruselas los ministros europeos del Interior para analizar el plan para la redistribución de 120 mil refugiados propuestos por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Se esperan acalorados debates ante la negativa de varios países, especialmente del este del bloque, a aceptar cuotas vinculantes.