La canciller Ángela Merkel visita la ciudad de Magdeburgo en sus últimos días de campaña. /EFE
El 22 de septiembre los alemanes irán a las urnas para elegir un nuevo Parlamento. Esta elección general determinará la dirección que la principal potencia económica y política de Europa tomará. Es casi seguro que la canciller federal, Ángela Merkel, de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), continuará siendo líder de Alemania, y es viable que tenga continuidad la fórmula del actual gobierno: una coalición entre la CDU, la Unión Social Cristiana (CSU) y el Partido Democrático Liberal (FDP). Sin embargo, las encuestas indican que el Partido Socialdemócrata (SPD) podría ganar suficientes votos para superar al Democrático Liberal y crear otra gran coalición que genere contrapeso.
Esta posibilidad es una consecuencia de una serie de factores, incluyendo el colapso aparente del FDP —compañero de coalición actual de la fuerza gobernante— en las importantes elecciones regionales de Baviera, que tuvieron lugar el domingo anterior. Ese día, la Unión Social Cristiana, aliada bávara de Merkel, ganó la mayoría absoluta con 101 escaños de los 180 del Parlamento estatal, pero los demócratas liberales se desplomaron y consiguieron sólo el 3% de los votos, por debajo del nivel de 5% necesario para obtener escaños y casi un 12% menos de su desempeño en las elecciones del estado de Baviera en 2009. Si ocurriera lo mismo en las elecciones federales, sin ese 5% del FDP Merkel necesitaría formar una gran coalición con el Partido Socialdemócrata y no podría mantener el actual statu quo político en Alemania.
A pesar de este triunfo de la Unión Social Cristiana en Baviera —un resultado que es visto como un indicador de las elecciones generales—, es preciso indicar que la CSU ha gobernado durante 56 años este estado, el más rico de Alemania y generalmente considerado una región más católica y conservadora que el resto del país.
Las encuestas más recientes muestran que el partido de Merkel y sus aliados de la Unión Social Cristiana estarían a la cabeza de las elecciones federales con sólo el 40% de los votos, lo que significa que no obtendrían los votos suficientes para gozar de la mayoría absoluta, sobre todo porque el partido menor de la coalición —el FDP— apenas contribuye al porcentaje en esta ocasión.
Cualquiera que sea el resultado, es casi un hecho que Merkel permanecerá en su papel de canciller. No obstante, si trabajará en el contexto de la actual coalición o si por el contrario intentará la formación de una gran coalición, es un asunto que está por verse. En lo que respecta a las repercusiones que los comicios podrían tener en la Eurozona, en general, las encuestas muestran que es poco probable que el partido abiertamente definido como antieuro, Alternative für Deutschland, alcance el umbral necesario del 5% para tener representación parlamentaria.
Adicionalmente, el Partido Socialdemócrata ha dado muestras de ser un poco más relajado a la hora de fijar condiciones estrictas para los paquetes de rescate otorgados a los países periféricos como Grecia, España e Irlanda.
Así que, gracias al desplome del FDP, entre otras razones, parece probable que los socialdemócratas tengan que tomar algunas decisiones fundamentales sobre la conveniencia de formar una gran coalición con Ángela Merkel, como lo hicieron en 2005. En este momento, afirman estar en contra de la idea.