Al cumplir 30 años, Isabel de Baviera, Sissi, decidió ocultar su rostro con velos y protegerse con un abanico de la mirada de los curiosos. Ella, que había sido considerada una de las mujeres más hermosas de
Europa, estaba harta de ser vista como un ídolo y prohibió
que nadie la fotografiase. También se negó a interpretar el
papel de encantadora emperatriz de Austria en una corte
anticuada y perversa donde siempre se sintió una extraña.
Viena, la ciudad que tanto odió, celebra el 10º aniversario
del Museo que lleva su nombre, en los apartamentos imperiales
del antiguo palacio de Hofburg. La muestra intenta
romper con la aureola romántica tejida alrededor de la
emperatriz a raíz de las películas de Romy Schneider.
Cuando se lavaba el pelo,
con una mezcla de coñac y yema de huevo, el proceso
duraba un día entero en el que no estaba para nada más.
Aprovechaba para leer a Shakespeare, Homero y Goethe,
o para aprender griego. Tras el tocador aún puede verse su
cuarto de baño, el primero que se construyó en Hofburg,
con su bañera chapada en cobre donde se bañaba con leche
de burra y aceites para embellecer la piel.
Se podrían llenar páginas con sus extravagancias,
fruto de una enfermedad que hizo de su vida
un infierno. Sissi era anoréxica y bulímica; apenas comía,
se mataba haciendo ejercicio, se sometía a curas de sudor
para adelgazar y su hiperactividad la obligaba a estar
en continuo movimiento. Practicaba gimnasia a diario y
mandó instalar en todas sus residencias anillas, barras y
espalderas. Obsesionada con su figura, logró mantener
hasta su muerte su peso de 50 kilos y su cintura de 47 cm.
De los más de 300 objetos personales que se exponen,
hay uno que desmonta el mito.
En el botiquín que usaba en
sus viajes, no falta un frasco de morfi na y una jeringuilla
para inyectarse cocaína. Lo llevaba consigo cuando la alcanzó
la muerte en Ginebra y era ya una mujer enferma y
desquiciada. La emperatriz de Austria está enterrada, contra
su voluntad, en la lúgubre cripta de los Capuchinos entre
ilustres Habsburgo. Seis millones de turistas han visitado
su museo atraídos por la leyenda de una mujer de deslumbrante
belleza, golpeada por las tragedias personales,
que solo en la muerte halló la paz que tanto anhelaba.
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