El Festival Richard Wagner de Bayreuth (Baviera) abrió ayer y se rindió al Tristán e Isolda dirigido por Katharina Wagner, la bisnieta del compositor, una versión nueva con una escenografía de estructuras metálicas, en que la música le ganó la partida a lo visual.
Una Isolda surgida del azar -Evelyn Herlitzius, quien asumió el papel unas semanas antes del estreno tras renunciar al honor Anja Kampe- se ganó la ovación al mérito, como la hija del rey irlandés inmersa en la tensión amorosa, entre triángulos, escaleras y plataformas grises con alguna pincelada cromática.
Su Tristán era Stephen Gould, aprisionado como ella entre vallas a veces minimalistas, a veces laberínticas, pero adaptado perfectamente a las imposiciones escénicas de Katharina y enamorado de la Isolda que no quiere creer en su muerte.
Tal vez el conjunto insistió demasiado en formas estáticas, dificultosas para expresar las tormentas internas del universo wagneriano.
Pero las voces de los solistas y, sobre todo, la batuta de Christian Thielemann lo compensaron con creces, en un estreno que se esperaba con expectación y la habitual rumorología de Bayreuth especialmente desatada ante la gran revalida de la heredera natural de los Wagner.
Katharina Wagner, de 37 años, hija de quien fue el director de Bayreuth durante más de medio siglo -Wolfgang-, asumía con esta ópera un doble desafío, ya que al final de esta temporada tomará además las riendas en solitario del certamen.
Su experiencia anterior como responsable al frente de una producción en Bayreuth había sido poco placentera, ya que sus “Maestros cantores de Nuremberg” de 2007, fueron recibidos como una muestra de que, como le ocurrió a su padre y patriarca, parecía más dotada para dirigir el negocio familiar que una ópera.
Los preámbulos del estreno habían quedado empantanados, además, las intrigas de Bayreuth, esta vez centrada en la retirada entre silencios de quien, desde la muerte de Wolfgang en 2010, co-dirigió con ella el festival, su hermana Eva Wagner-Pasquier, de 70 años.
Tampoco sentó bien el reciente nombramiento como director musical de Christian Thielemann, un Maestro “mimado” por Katharina, en quien se vio como una especie de soberano consorte en Bayreuth.
Asistir a la apertura en Bayreuth es ritual irrenunciable en Alemania para famosos y poderosos desde tiempos del compositor del “Anillo del Nibelungo”.