Francisco García
Políticamente, los bávaros parecen los más meridionales de los servidores públicos de una Alemania que da lecciones de decencia sin limpiar antes el detritus bajo sus alfombras. Un alto cargo del partido de Merkel ha dimitido por contratar de secretaria a su mujer, al módico precio mensual de 5.500 euros. Más de setenta diputados de Baviera tienen a familiares directos contratados con cargo a fondos oficiales. Bávaro es el Bayern Múnich, cuyo presidente, Uli Hoenness, guarda dinero oscuro a buen recaudo en cuentas suizas. El mismo tipo que dijo que los alemanes «pagamos cientos de millones de euros a España para que salga de la mierda y sus clubes no pagan las deudas». Tan sureños se han vuelto los hinchas bávaros del Bayern que corearon con frecuentes olés el toreo de sus jugadores al Barça. Todo se pega.