@javicanarion y el Bayern de Múnich, el Gigante de Baviera
Recién terminado el sorteo de las rondas correspondientes a cuartos de final y semifinales de la Copa de Europa, los madridistas se sentían realmente aliviados al conocer a su rival cuartofinalista: el APOEL de Nicosia, Chipre. Cada aficionado se frotaba las manos pensando en la segunda semifinal consecutiva, pues no se consideraba al “equipo de los griegos de Chipre” un escollo complicado de superar camino del décimo trofeo continental merengue.
Pero el sorteo escondía una emboscada, una encerrona con cara de ogro alemán. El Riesen-Bayern, el Gigante de Baviera. Al Bayern le había tocado la segunda perita en dulce del sorteo, un Olympique de Marsella venido a menos esta temporada en su liga local, y que superando la eliminatoria de octavos daban la temporada europea por notable.
Las expectativas, como no parecía ser de otro modo, se cumplieron. La semana que viene Real Madrid y Bayern de Múnich, por 19ª y 20ª vez, jugarán en Europa, en lo que se podría llamar el partido más clásico de la competición continental. Salvo que en unos años le arrebate ese título honorífico el partido Real Madrid – Barcelona, que como escribí en el artículo La “crisis” del Madrid y el Barcelona, parece que están trasladando el campo de batalla de España a toda Europa.
No me voy a centrar en repasar los enfrentamientos de Real y Bayern en Europa, con lo del loco del Bernabéu, los cuernos de Aughentaler, el pisotón de Juanito a Matthaus, el amistoso que ganó el Bayern 9-0, con la famosa frase del entrenador del Madrid Boskov (“Es mejor perder un partido por 9-0 que nueve partidos por 1-0), el gol de Anelka en semifinales en el Olímpico de Múnich… Todo esto probablemente lo repetirán un año más todos los periódicos de la capital con multitud de galerías de imágenes. Con este artículo quisiera rendir un homenaje a este colosal e histórico contrincante, en el año en que la final se jugará en su nuevo y espectacular estadio.
Escribió el sabio chino Sun Tzu en el libro El Arte de la Guerra, hacia el año 500 antes de Cristo, que la situación ideal ante una guerra era vencerla sin entablar un sangriento cara a cara con el adversario. La premisa más común para conseguirlo se resume en la siguiente y famosa frase, extraída de su libro: “Para derrotar al enemigo, primero hay que conocerlo”. Intentemos, pues, desde esta humilde columna, conocer un poco más a un Bayern del que se podría decir como del Barcelona, que es mehr als ein Klub, más que un Club. Sus múltiples secciones deportivas, como baloncesto, ajedrez, balonmano, tenis de mesa o gimnasia, y el hecho de ser el equipo representativo de una potente región un poco más despegada del país que el resto, unido a sus colores azul y rojo, hace que el Bayern y el Barcelona tengan algunas similitudes.
El equipo muniqués nació en el año 1900, con el cambio de siglo. Es pues, coetáneo del Español de Barcelona, un año más viejo que el F. C. Barcelona y dos años más joven de su rival europeo por excelencia, el Real Madrid. El origen del nombre de Bayern es bien sencillo. No se refiera a la farmacéutica alemana Bayer, como su vecino de Leverkusen. Bayern es la traducción de Baviera en alemán, su land o estado federal. Al igual, como curiosidad, que el significado de Múnich, München en alemán, es Monje traducido al castellano. Es decir, que literalmente el equipo es “El monje de Baviera”. Desde siempre ha estado íntimamente relacionado con su región, probablemente la más poderosa y autosuficiente de Alemania. Los rombos azules y blancos de su escudo son de hecho los colores de Baviera.
El origen del equipo se remonta 112 años atrás. Al igual que ahora Franz Beckenbauer es presidente de honor, su tocayo berlinés Franz John reunió a un grupo de amigos en el restaurante Gisela de Múnich para fundar el club que sería grande de Alemania y azote en Europa. El primer partido en su campo de LeopoldStraße terminó con un rotundo 8-1 para los bávaros. Desde el primer momento se vio que el proyecto iba a fructificar, y de qué manera.
Ya en los años 20, tras la Gran Guerra, consiguió ser el mayor club de la ciudad. Unos años más tarde, Alemania se vio envuelta en la II Guerra Mundial, y el fútbol germano no remontó el vuelo hasta la victoria injusta frente a Hungría, uno de los mejores equipos de todos los tiempos, en el Mundial de Suiza ’54. La primera copa Pokal, equivalente a la Copa del Rey, se ganó en 1957. Pero el Bayern no fue invitado a la primera edición de la Bundesliga. Ante un equipo tan terco, los demás conjuntos lo habrían de lamentar.
Hacia la temporada 65/66 consiguió un meritorio tercer puesto. Comenzaban a despuntar en el equipo tres jovenzuelos. El portero, Sepp Maier, un centrocampista, Franz Beckenbauer, y un delantero desgarbado, Gerd Müller, pronto apodado “El Torpedo Müller”. Los alemanes, siempre con un lenguaje tan bélico. Ese año se ganó además la Copa Pokal, lo que permitió a los bávaros alzar su primer título europeo, la Recopa de 1967, ganando la final al Rangers de Glasgow.
En 1968 sin embargo se cambió de entrenador. Se consiguió al fin la primera Bundesliga, dicen que gracias a la impopular medida de prohibir la cerveza entre los jugadores. Pero a comienzos de la década de los 70 el Bayern se encontró con su némesis a nivel local: El Borussia de Mönchengladbach consiguió levantar 5 títulos ligueros esa década, amén de copas y UEFAs, una final de Copa de Europa y otra de Intercontinental, ambas perdidas. Contaban con jugadores bien conocidos como Jupp Heynckes, Berti Vogts, y Günter Netzer, que fue fichado por Santiago Bernabéu.
Pero el Bayern ya era una máquina imparable. Al mando de Udo Lattek y con el recién estrenado Estadio Olímpico, levantaron de nuevo la Bundesliga, la copa, y al año siguiente llegó a la final de la Copa de Europa. En esa final, un nombre sobresale, un nombre capaz de asustar a atléticos de pelo en pecho de más de 50 años sólo con mencionar su complicado apellido: Schwarzenbeck marcó un gol en los últimos minutos de la final, provocando una reedición del duelo (no había prórroga) y condenando al Atlético de Madrid a ser uno de los equipos que mereciéndolo, no poseen en sus vitrinas la orejona. La repetición fue un paseo triunfal con música de Wagner para los alemanes, con dos goles de Uli Hoeness y dos más de Torpedo Müller para un 4-0 final. La Mannschaft, además, levantó la Copa del Mundo de nuevo, con seis jugadores bávaros en su alineación titular.
Aunque en la competición doméstica se relajaron, en Europa consiguieron dos Copas de Europa más, las tres consecutivamente (1974, 1975, 1976). En 1975 se impusieron al Leeds United por 2-0 en París, y en 1976 al Saint Etienne en Glasgow por 1-0. Eficacia alemana. Pero los ciclos terminan, la vida sigue, Franz y Müller se retiraron y el Bayern pasó seis años en barbecho, agazapado, esperando. Hasta que surgió de la nada el F.C. Breitnigge, como se llamó al Bayern comandado por Paul Breitner, que también jugó en el Real Madrid, y Karl-Heinz Rumenigge, que en los primeros 80 volvieron a poner al Bayern en la cima alemana y europea. Se jugó una final de la Copa de Europa, que se perdió en 1982 frente al Aston Villa, pero se ganaron más Bundesligas y copas, en una dura lucha frente al Hamburgo. Fueron los comienzos de otro grande, Lothar Matthäus, que fichó por el Bayern el año que se despedía Rumenigge rumbo al Inter de Milán.
Los 90 no fueron tan gloriosos para el Bayern. Siguieron ganado ligas, sí, pero a esas alturas de la historia para ellos era casi un mero formalismo. Contaron con jugadores de la talla de Jürgen Klinsmann, Ciriaco Sforza, o Andreas Herzog. En 1995 llegó a las semis de la Copa de Europa, pero fue eliminado por el Ajax de Ámsterdam campeón de Kluivert, Litmanen, Kanú y Overmars. Es muy recordada la remontada en UEFA de una eliminatoria en el Nou Camp en 1996 que eliminó al F.C. Barcelona. Con Beckenbauer en el banquillo el Bayern se llevó la copa de la UEFA completando la triple corona europea. Entre Giovanni Trappatoni y Ottmar Hitzfield terminaron de llenar de Bundesligas las vitrinas del Bayern en esa década, pese a la tenaz lucha del Borussia de Dortmund de Mathias Sämmer, Andreas Möller y Stephane Chapuisat. En el año de la 15ª Bundesliga, el Bayern se presentaba ante dos finales asequibles. La de Copa, la perdió en los penaltis ante el Werder Bremen.
Párrafo aparte merece la final de la Copa de Europa, la cuarta que tenían ganada en el minuto 89 de partido, en el marco incomparable del Nou Camp, con su afición celebrando el título 22 años después. Una de las mayores tragedias de la historia del fútbol, algo incomprensible. En un córner en el minuto 89 que subió a rematar Smeichel el balón le llegó a Giggs y Sheringham pudo marcar el gol del empate. Justa venganza para los colchoneros, pensarán. Pero la tragedia se cebó en el Bayern, que esperaba desolado el mal menor de la prórroga. Dos minutos más tarde, en el tiempo de descuento, Beckham botó un nuevo saque de esquina, que esta vez remató Ole Gunnar Solskjiaer, el asesino con cara de niño, para darle al Manchester United una Copa de Europa que jamás pensaron ganar. La mala suerte pudo estar influida por la absolutamente hortera y desafortunada equipación del Bayern en aquella final.
Pero el Bayern contaba con Kahn, Matthäus, Super Mario Bassler, Giovanni Elber, Stefan Effemberg… lo más granado de Alemania, y consiguió sobreponerse. Este equipo fue capaz de golear 8-2 al Real Madrid entre ambos partidos en la fase de grupos. Pero en semifinales, de nuevo los dos titanes, de nuevo en el clásico europeo frente a frente. El gol de cabeza de Anelka en el Olímpico y la remontada del Real Madrid al calor del Bernabéu apearon a su ogro alemán de la final frente al Valencia en París.
Cualquier otro equipo se habría derrumbado. Cualquier otro, repito. Pero el Bayern une la eficacia alemana con la determinación bávara, y en 2001 volvió a la carga, esta vez con doloroso éxito, eliminando al Real Madrid, y con un Kahn iluminado en la final frente al Valencia, alzaron la Copa de Europa, su cuarta al fin, en un partido en el que el equipo che fue superior.
Desde entonces, más jugadorazos, como Roy Makkay, más enemigos caseros, como el Werder Bremen, más peleas continentales, y una nueva final de Copa de Europa perdida en suelo español, en esta ocasión, frente a un Inter de Milán que en el Bernabéu sació su pertinaz hambruna de títulos continentales.
Este será pues, el equipo que tendrá en frente el Real Madrid. Un equipo alemán en toda la extensión de la palabra: Un equipo ganador, industrial, demoledor, sin sentimientos, una máquina de ganar, de sobreponerse a adversidades, un compendio de eficacia, un equipo que no se ha ausentado de la aristocracia europea desde 1970, con un estadio nuevo y espectacular, su Allianz Arena, donde históricos como Karl-Heinz Rumenigge, Uli Hoeness, Franz Beckenbauer, Gerd Müller, Sepp Maier, Oliver Kahn o Lothar Matthäus (casi nadie al aparato) alentarán con sus voces a sus jugadores: Arjen Robben, Franck Ribery, Mario Gómez, Bastian Schweinsteiger, Manuel Neuer, Ivica Olic o Thomas Müller. Un equipo temible. Será una lucha apasionante. Disfrutémosla.
Un abrazo a ellos, un beso a ellas, y nos vemos aquí o en los bares, o en twitter @javicanarion y/o @CompartirPasion
@JaviCanarion
Me llamo Francisco Javier, o Javi, o Pichi, o Canarión, y vine a nacer entre los lejanos pero audibles gritos de recios alemanes e histéricos italianos mientras se jugaba la final del Mundial de España ’82, muy cerquita del Bernabéu.
Por tanto, tuve el privilegio que me acompañará de por vida, el poder decir que el equipo de mis amores, España, me regalase otro 11 de julio por mi 28º aniversario la Copa del Mundo desde Johannesburgo. Los diamantes y los Mundiales, son para toda la vida.
Por lo demás soy de querencia merengue, y no me gusta el dulce, pero con el corazón bombeando sangre azul y amarilla de mi equipillo representativo de las Islas Canarias, la Unión Deportiva Las Palmas.
Siendo de letras estudié Ciencias, y sintiéndome grancanario aún trabajo en Madrid. Me gustan los deportes, verlos, practicarlos, y ahora, escribir sobre ellos. Me encanta el fútbol, y adoro la noche. Y estoy realmente ilusionado con este proyecto en el que me he embarcado, lo juro, sin pistolas en la cabeza ni monos apuntándome con ballestas. Sólo espero que os guste la página, os gusten los artículos, y perdonéis mi limitada capacidad para escribir. Abrazos a ellos, besos a ellas, y nos vemos por aquí o por los garitos.