Los estados federados de Baviera y Hesse, los que tienen el PIB per cápita más alto de Alemania -sin contar a las ciudades estado de Hamburgo y Bremen- y son dos de los contribuyentes netos al reparto económico entre länder para la cohesión entre alemanes, llevaron el pasado 25 de marzo ante el Tribunal Constitucional Federal (TCF) el sistema de transferencias financieras entre estados al considerarlo “injusto” y “enemigo del rendimiento” económico.
Las dos regiones del sur de Alemania -ambas de la ex Alemania Occidental- están en pre campaña electoral (citas previstas para otoño) y sus presidentes Horst Seehofer y Volker Bouffier, respectivamente, pertenecen o a la CSU, partido coaligado a la CDU, o a esta última formación que está la liderada por la canciller Angela Merkel. Sin embargo, tanto Seehofer como Bouffier han calificado su acción conjunta de “acto de emergencia política”. La oposición, por su parte, les ha acusado de electoralistas.
Contra el Impuesto de Solidaridad
Los dos líderes regionales han mantenido reuniones en las últimas semanas con los representantes de otros estados federados pero no han logrado una solución satisfactoria para todos, por lo que, según sus propias palabras, se han visto abocados a recurrir al TCF alemán para que decida si el sistema de reparto y cohesión entre los länder es justo.
En concreto, Seehofer y Bouffier han tachado de inconstitucional la regulación actual de las ciudades estado -Berlín, Hamburgo y Bremen- que las beneficia frente a los grandes centros urbanos como Múnich (Baviera) y Fránkfurt (Hesse), han criticado que los estados federados más ricos sustenten económicamente, en su opinión, la “capitalidad” de Berlín y han denunciado el Impuesto de Solidaridad.
Esta tasa permite que los länder occidentales trasvasen recursos a los orientales, con menor PIB per cápita cuando se unieron los dos países en 1990. Este impuesto supone una retención adicional del 5,5% en el IRPF de los ciudadanos, ha servido hasta ahora para transferir unos 1,3 billones de euros y se mantendrá -salvo que el TCF lo tumbe- hasta, por lo menos, 2019, fecha en la que se ha de negociar un nuevo modelo de financiación.
En esta línea, los dos presidentes regionales se han mostrado disconformes, además, a que no existan incentivos suficientes para los länder que contribuyen positivamente al sistema de redistribución entre estados federados, algo que a juicio de estos dos políticos dotaría de más “justicia” al modelo de solidaridad federal. La decisión del TCF, con sede en Karlsruhe, no se espera hasta 2014.
Baviera recibe el 15% de la inversión en infraestructuras
De los 16 estados federados que componen Alemania, solo tres son contribuyentes netos, Baviera, Hesse y Baden-Württemberg. Este último länder está gobernado por una coalición formada por el SPD (Partido Socialdemócrata) y Los Verdes, y han optado por no sumarse a una iniciativa reivindicativa que pondría fin a una mayor redistribución económica.
En 2012, la redistribución financiera interna movilizó 7.900 millones de euros, de los que Baviera aportó 3.900 y Hesse unos 1.300 millones de euros. Baden-Württemberg, 2.700 millones de euros más. De este reparto, la capital de Alemania -en la parte de la ex República Democrática Alemana- recibió unos 3.300 millones de euros del resto de estados federados y Sajonia, 963 millones de euros. Estas cifras no tienen en cuenta el gasto del Gobierno.
Frente a estas reivindicaciones, calificadas como populistas por algunos de los rivales políticos de la CDU y la CSU, el responsable de las Finanzas del Gobierno regional de Berlín -antes lo había sido del de Bremen-, Ulrich Nussbaum, ha recordado que Baviera recibe compensaciones por otro lado que no es el de la redistribución directa. Así, el Gobierno invirtió en 2011 el 15% del presupuesto en nuevos proyectos del Ministerio de Transportes, dirigido, no por casualidad, por Peter Ramsauer (CSU).
Finalmente, un dato que olvida voluntariamente el presidente regional de Baviera. Hace 60 años, este estado federado era uno de los länder más atrasados de la República Federal de Alemania. Durante las décadas de desarrollo, los fondos de cohesión entre regiones -previos a la reunificación- inyectaron grandes cantidades de dinero en los presupuestos de Múnich. En 1980, por ejemplo, ingresó 206 millones de euros en marcos de la época. Su balance fue positivo hasta 1986. Justo cuando empezaron a quejarse del modelo de redistribución.