Baviera es el mayor de los estados federados que conforman Alemania, con más de doce millones de habitantes y capital en Múnich.Tiene una rica vida cultural y, como en muchos países europeos, la danza forma parte de la agenda habitual de los teatros. Hay innumerables compañías, escuelas y escenarios dedicados en gran parte o en exclusiva al baile en todas sus formas. En ese contexto, sobresalir tiene todavía más mérito. La bailarina Marina Miguélez lo ha conseguido. La joven, primera solista en el Ballet de la Ópera Estatal de Nuremberg, acaba de ser reconocida por el Ministerio de Baviera como la mejor artista joven de la temporada en la categoría de danza. Hoy recoge el Bayerischer Kunstförderpreis, un galardón con tradición que Baviera entrega desde el año 1965.
«Es una recompensa a mucho esfuerzo, pero soy consciente de que también he tenido la suerte de estar en una compañía que confía en mí y me ha dado esta oportunidad», reflexiona la joven. Como afirma, la danza no es ninguna «ciencia exacta o un deporte» que se mida por puntos o partidos ganados. Por eso es clave la apuesta que haga el director por su propio equipo
Personajes
El Ballet de la Ópera Estatal de Nuremberg, dirigido por el español Goyo Montero, la propuso como candidata al galardón. Destacó su «versatilidad», su facilidad para cambiar de registro e interpretar diferentes personajes con precisión. La temporada pasada fue Cenicienta en ‘Cinderella’ y Julieta en ‘Romeo und Julia’; el anterior se metió en la piel de Margarita en el ballet ‘Faust’ y fue la sombra de Doña Inés en un ‘Don Juan’. Y ahora se prepara para ser Roxanne en ‘Cyrano de Bergerac’.
El premio, dotado con 6.000 euros, le viene en el mejor momento. «A nivel de currículum da mucho prestigio», cuenta. Y le será de gran ayuda en la nueva etapa a la que se enfrenta. Tras seis años en el Ballet de la Ópera Estatal de Nuremberg, Marina Miguélez dejará la compañía cuando finalice esta temporada, la séptima. «Me apetece un cambio, conocer sitios nuevos y diferentes estilos de baile», afirma. Seis años en la vida de un bailarín… «son muchos».
En este tiempo ha asumido papeles de mucha responsabilidad, y tiene ganas de empezar de cero en otro lugar. «Quiero un reto y trabajar por volver a estar arriba», argumenta la joven malagueña, que se formó en el Conservatorio Profesional de Danza de Málaga, en la Escuela de Víctor Ullate y en el Real Conservatorio de Madrid. Aunque con preparación clásica, los montajes de Goyo Montero en Nuremberg se mueven entre lo tradicional y lo contemporáneo. Y en esa línea le gustaría seguir: combinando las puntas con movimientos más actuales.
En la lista de países que contempla como próximo destino, España no es una opción. Aquí ya sabe lo que pueda encontrar.Su objetivo es continuar en Europa, donde la oferta es amplísima. Porque hay demanda. En su compañía actual se producen cada temporada seis espectáculo, tres estrenos y otras tres reposiciones. «Prácticamente todas las semanas del año hay funciones. La gente repite y sigue de cerca la actualidad del ballet», detalla. Son las ventajas de ser compañía residente de un teatro, compartido con la ópera y la orquesta; una fórmula que en España sigue siendo la excepción.