CUELLOS DE BOTELLA
La falta de colaboración entre Serbia y Croacia, y este país con Eslovenia, provocó cuellos de botella en los cruces fronterizos, en los que los refugiados tenían que esperar varios días.
El Gobierno austríaco decidió ayer recurrir también a una valla, en su frontera con Eslovenia, para controlar la llegada de refugiados, aunque insiste en que esta medida no supone bloquear el paso ni tiene nada que ver con el cierre fronterizo aplicado por la vecina Hungría.
Aunque la ministra del Interior, Johanna Mikl-Leitner, recurrió el martes a un eufemístico “medidas de edificación” al describir esa futura valla, tanto ella como el resto del Gobierno llamaron por su nombre a lo que Austria va a construir en la frontera.
“No es una valla alrededor de Austria. Es una medida de seguridad técnica que no encapsula a Austria”, aseguró el canciller federal, Werner Faymann.
Mikl-Leitner insistió en declaraciones a la emisora pública ORF, en que no se trata de impermeabilizar la frontera, sino de instalar esas “medidas técnicas” para asegurar una entrada “controlada y ordenada” de los refugiados.
Agregó que hay que tomar “precauciones” si la llegada de refugiados se agrava en las próximas semanas.
La responsable de Interior incluso opinó que en las últimas semanas algunos refugiados se mostraron “más impacientes, agresivos y emocionales”.
El portavoz del ministerio del Interior, Karl-Heinz Grundböck, explicó que la idea es evitar el cruce “descontrolado” de refugiados y “redirigir” el flujo hacia un punto concreto.
Los refugiados de países en conflicto de Oriente Medio que llegan a Austria pasan antes por países de mero tránsito: Eslovenia, Croacia, Serbia, Macedonia, Grecia y Turquía, en una larga marcha por la llamada ruta de los Balcanes.
Aunque Austria también es país de destino para un estimado 5% de los refugiados, la mayoría de estas personas desea seguir su camino hacia Alemania para pedir allí asilo.
Con todo, en lo que va del año unas 63.000 personas pidieron ya asilo en Austria y se espera que hasta diciembre suba a 85.000, el triple que en 2014.
Se trata de cifras proporcionales a la vecina Alemania, que con sus más de 80 millones de habitantes espera recibir este año 800 mil solicitudes de asilo.
En proporción, solo Suecia tiene más asilados todavía, con unos estimados 190 mil que se esperan este año.
En los últimos días, las autoridades alemanas, sobre todo las del estado federado de Baviera, fueron elevando el tono de las críticas a Austria, a la que acusan de enviarles sin control ni aviso previos a miles de refugiados cada día.
“El comportamiento de Austria no ha sido correcto en los últimos días”, manifestó el ministro del Interior alemán, Thomas de Maizière, repitiendo las quejas que formuló hasta ahora la región de Baviera, por donde entran a Alemania los refugiados.
El primer ministro del estado de Baviera, Horst Seehofer, dio el martes un ultimátum a la canciller alemana, Angela Merkel, para que hable con el Gobierno austríaco y tome medidas antes del domingo para frenar las nuevas oleadas de refugiados.
Ante esas críticas, Mikl-Leitner recordó que Alemania fue el país que, en solitario, aseguró en agosto que recibiría a los refugiados de la guerra Siria sin devolverlos luego a otros países europeos por los que habían pasado primero.
“Las señales provocan consecuencias y esas consecuencias las sentimos ahora”, destacó la ministra en referencia al efecto llamada que siguen muchos refugiados.
Mikl-Leitner denunció que el ritmo de entrada de refugiados a Austria es mayor que el de salida hacia Alemania, lo que provocó que los centros de acogida temporales estén cada vez más llenos.
Ante esa situación, afirmó que Austria se ocupa de las personas lo mejor que puede pero que no puede “detenerlas”.
“Queramos o no, marchan hacia Alemania”, resumió.