Angela Merkel

El próximo domingo se sabrá quién liderará Alemania los próximos cuatro años e incluso, en parte, qué política económica se llevará en toda nuestra Unión Europea.

En las votaciones del último domingo en el “land” de Baviera, el partido Christlich Soziale Unión (CSU), hermano del partido de Merkel (Christlich Demokratische Union: CDU) recuperó la mayoría absoluta, pero su socio de coalición FDP, liberales, no llegó al mínimo 5% de votos y desaparece del Parlamento regional.

En las encuestas para el próximo domingo hay un empate entre la actual coalición (CDU, CSU y FDP) y una posible alternativa: Socialdemócratas, Verdes y la Izquierda (SPD, Grüne, Linke).

En estas generales la FDP difícilmente llegará al imprescindible 5% y además se presenta un nuevo partido, AfD, “antieuro y anti-Europa”, que puede restar decisivos votos a la Unión.

A pesar de la impresionante popularidad de Angela Merkel en Alemania, debe constatarse también que bajo sus gobiernos (el primero en coalición con la SPD, el segundo con los liberales de la FDP), y a pesar de la envidiable/envidiada fortaleza económica del país, han quedado importantes lagunas en la “rica” Alemania, como entre otras una creciente desigualdad social, con millones de puestos de trabajo precarios y millones de niños viviendo en la pobreza, etcétera, y esto precisamente en una aún más que boyante situación económica.

Para algunos, Angela Merkel es la mujer más poderosa del mundo, para otros una mujer ejemplar por su sencillez, gran inteligencia y logros, además nada ostentosa.

Pero sobre todo Angie es un verdadero “animal político”.

Después de la caída del muro de Berlín en 1990 Helmut Kohl la incorporó a su gobierno (por ser una mujer y procedente de la Alemania comunista, guiño para los 17 millones de alemanes de la ex DDR) y la llamó cariñosamente “mi chica”.

“Chica” que en los años siguientes supo eliminar uno tras otro todos los barones del partido que aspiraron a la herencia del canciller y finalmente al mismo H. Kohl.

Hija de un pastor protestante, científica y culta (en el mes de julio nunca se pierde el Festival Richard Wagner de Bayreuth), se siente parte del pueblo… pero sobre todo tiene un enorme afán de poder. ¡Y defiende su poder con uñas y dientes!

Precisamente con vistas a las elecciones generales alemanas del próximo domingo se supone que la canciller frenó durante todo este año algunas iniciativas políticas de Bruselas que podrían haber dificultado su reelección.

Pero a partir del próximo lunes, gane quien gane las elecciones, comenzará una nueva era europea, incluyendo iniciativas políticas aplazadas este año hasta el presente.

Si Merkel consiguiese seguir como canciller, quizá nuevamente en una gran coalición con los socialdemócratas, o incluso en coalición con los verdes, es de esperar que ablande mucho sus exigencias de extrema austeridad económica impuesta a Europa y Alemania misma, lo que seguramente también ocurriría en el (poco probable) caso de un gobierno de izquierdas.

En todo caso, nos guste o no nos guste, estas elecciones alemanes tienen mucha importancia para toda Europa.

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