Las familias con niños pequeños se juntan todo lo posible para calentarse bajo cobertores y mantas. El frío y la humedad los destrozan por la noche. Unos 2.500 refugiados, entre ellos muchos bebés, esperan durante horas en la parte de Austria que hace frontera con Alemania, cerca de Wegscheid, en una superficie mojada iluminada por los focos, donde llegan a temperaturas de 2°C durante la noche.
“Es sólo una cuestión de tiempo que muera congelado el primer bebé”, señala Lothar Venus, de las autoridades del distrito de Passau, en Baviera. Muchos de los que esperan para cruzar a Alemania se ven expuestos al frío durante mucho tiempo porque en el lado alemán de la frontera hay pocos autobuses para llevar a las personas a los refugios en Baviera.
“Qué son diez autobuses para esta multitud, necesitamos 40 para poder llevar rápidamente a esta gente a un lugar cálido”, se queja Venus. “Tendría sentido que los autobuses los llevaran directamente desde Austria a los albergues en Alemania“, propone por su parte el portavoz de inspección de la policía de Freyung, Frank Koller.
Algunos niños ya han sido llevados al hospital por hipotermia, en tanto, las madres incluso los cubren con cartones para protegerlos del frío. En torno a 6.500 refugiados llegan a diario a Passau, en Baviera, sin que cese el flujo. Sobre el mediodía parten los primeros autobuses desde Austria a los pasos fronterizos. En las zonas de espera, la Cruz Roja austriaca reparte té, sopa de verduras, pan y frutas.
Las autoridades austriacas anuncian la llegada a la frontera de 80 autobuses con varios miles de migrantes. Pero la policía del país vecino sabe que serán más. Y cuantos más lleguen de una vez, mayor es el tiempo de espera en la frontera, sin protección y en medio de la lluvia y el creciente frío.
Mientras más tiempo esperen, más aumenta riesgo de que los refugiados intenten entrar por su cuenta en Alemania caminando tres kilómetros por carreteras en medio de la oscuridad, poniendo en peligro sus vidas.
La semana pasada 1.000 refugiados rompieron el control de la policía alemana y se pusieron en camino. Luego una empresa de Wegscheid, que vació rápidamente una de sus fábricas, la ofreció como cuartel de emergencia para que no hagan ese recorrido.
“Hasta el mediodía no hay ningún problema. Pero a partir de la tarde llegan sin cesar. Y los colegas autriacos están igual de saturados que nosotros”, señala Thomas Schweikl, de las autoridades de inspección de la policía de Freyung.
“La gente debe esperar más tiempo a la intemperie de lo que nos gustaría”, señala Heinrich Onstein, de la policía de Alemania. Los albergues de emergencia en la región de Passau están siempre llenos.
En el pabellón Dreiländerhalle son atendidas 1.500 personas y en el de Paul otros 1.000, a los que se unen centros de emergencia para menores. Sólo por la mañana se relaja la situación, cuando la mayoría de refugiados son trasladados a los centros de primera acogida distribuidos en toda Alemania. Mientras, los cooperantes y policías de la frontera se preparan para otra larga y fría noche.
Fuente: DPA
Open all references in tabs: [1 – 3]