La persistente llegada de emigrantes –sólo entre el sábado y el lunes entraron al país 22.150 personas– provoca una peligrosa división entre los alemanes y golpea cada vez con más intensidad la imagen de la canciller Ángela Merkel, acusada por la derecha y grupos nazis de llevar un manejo erróneo de la situación. Según una encuesta publicada por la revista Stern, la Unión Cristiano Demócrata y su aliado, la Unión Social Cristiana (CDU-CSU), perdieron un punto más en una semana y se sitúan ahora en el 38%, el nivel más bajo del año.
Por el contrario, sigue relativamente fuerte el consenso en torno al partido derechista Alternativa para Alemania, que ya llega al 7%, con unos máximos del 13% en el este del país y del 9% en la Baviera del primer ministro Horst Seehofer, líder de la CSU, socia regional de Merkel. Los socialdemócratas del SPD siguen estancados desde hace dos meses en el 25%. El sondeo no midió a Pegida, abiertamente nazi y exitoso en Dresde, donde esta semana amenazó de muerte a Merkel.
Un 45% aprueba la postura de Merkel, que se manifiesta convencida de que Alemania puede afrontar la ola inmigratoria. Pero un 42% respalda a Seehofer, y el líder del estado al que llega la mayoría de los migrantes sostiene que no se puede seguir permitiendo el ingreso.
Por lo pronto, la fiscalía de Dresde recibió amenazas de muerte tras abrir una investigación por la exhibición de una horca de madera destinada por Pegida a la ejecución de Merkel y Sigman Gabriel, su vice y ministro de Economía. En todo el país, las escuelas agregaron maestros y “clases de bienvenida” para enseñarles a los niños migrantes lo básico del idioma antes de integrarlos a aulas normales. Las escuelas de Berlín experimentaron un aumento del 70% en el número de niños que no hablan el alemán. Ahora hay 478 clases de bienvenida, tan sólo en la capital, para unos 5000 nuevos niños refugiados. «