A Merkel solo le falta elegir a su socio de Gobierno

Ni al plomo ni al teflón. La canciller Angela Merkel se asemeja cada vez más a un eucalipto político que arrasa el sotobosque más cercano. Sus aliados del primer mandato (2005-2009), los socialistas del SPD, pagaron muy cara su colaboración. Se hundieron en las últimas elecciones (11 puntos porcentuales y seis millones menos de votos) y ahora temen que un resultado incierto les obligue a colaborar de nuevo, con el probable sacrificio incluido de su candidato Peer Steinbrück.

Los sondeos indican que el socio de Gobierno del segundo mandato, los liberales del FPD, también van a pagar muy caro su proximidad a Merkel durante los últimos cuatro años. Hasta el punto de que en las elecciones del próximo domingo, 22 de septiembre, se exponen a quedarse por primera vez fuera del Parlamento alemán desde 1949.

Los Verdes parecían llamados a ser las terceras “víctimas” del árido terreno que rodea a Merkel. Pero tras los coqueteos de hace un año entre las dos partes (cuando, a raíz de Fukushima, la canciller declaró el final de la energía nuclear en Alemania, tras haber sido una de sus más fervientes defensoras), el idilio se ha extinguido, según fuentes diplomáticas, porque los ecologistas han presentado un programa electoral mucho más progresista de lo previsto. De modo que, a solo cinco días de los comicios que parecen destinados a darle a Merkel un tercer mandato, a la canciller alemana solo parece faltarle el socio adecuado para formar un nuevo Gobierno.

Las claves de las elecciones

34 partidos para 61,8 millones de potenciales votantes.
En el Parlamento alemán nunca han entrado más de seis partidos en la misma legislatura, pero en esta 18º convocatoria electoral concurren 34 formaciones.
De las 16 regiones, Renania del Norte-Westfalia es la de más electores (13,2 millones), seguida de Baviera y Baden-Würtemberg.
La tasa de participación ha pasado del 82% en 1998 al 71% de 2009. El SPD ha perdido el 50% de votos en ese periodo. CDU/CSU, el 15%.

El resultado más probable apunta todavía a una colación negro y amarillo, los colores electorales de la CDU de Merkel y del FPD de Rainer Brüderle. Incluso las fuentes del FPD consultadas apuntan a una repetición de la coalición saliente, porque a nivel federal los liberales siempre han superado el umbral del 5% requerido para obtener escaños. Pero la incertidumbre es mayor que nunca, tanto por la incógnita por la participación (que cae de manera ininterrumpida desde 1998) como por la aparición de un nuevo partido, los euroescépticos de Alternative für Deutschland (AfD), factores que pueden generar un nuevo escenario poselectoral. 

Si los liberales no logran el 5% de votos requerido (los sondeos les dan un 5,1% y su peor resultado lo obtuvieron en 1969, con el 5,8%) el partido bisagra de la postguerra podría desaparecer de manera definitiva o caer en un prolongado ostracismo. Su última esperanza se basa en el sistema electoral alemán, que cuenta con dos votos: uno nominal, por candidatos; y un segundo, por partidos. 
Los liberales apelan a esa segunda papeleta para que incluso los votantes de la CDU, el partido de Merkel, les ayuden a superar el temido umbral del 5%. Pero hasta ahora, al menos, la canciller se ha mostrado inmisericorde con sus socios de Gobierno y ha sugerido a su electorado que no divida el voto y lo concentre en la candidatura conservadora.

Las elecciones del pasado domingo en Baviera, el segundo land con más votantes en Alemania, confirmaron esa concentración. La CSU, el partido hermano de la CDU, arrasó, con un millón más de votos que en los anteriores comicios (2008). Los liberales perdieron el 50% de sus apoyos y, con un 3,3%, se quedan fueran del parlamento bávaro en la próxima legislatura. No es la primera vez que les ocurre en esa región. Pero a solo una semana de la cita federal, el desastre en Baviera supone un oscuro presagio para el FPD.

Si la debacle liberal se confirma el día 22, los analistas auguran una Gran Coalición (conservadores y socialistas) presidida por Merkel. La fórmula se utilizó por primera vez en la República Federal de Alemania en 1966. Merkel la recuperó en su primer mandato. Y no oculta su satisfacción por los resultados.

Pero el SPD sigue traumatizado por su convivencia con la canciller. Y en particular Steinbrück, candidato socialista y antiguo ministro de Finanzas en el primer Gobierno de Merkel. Otros líderes socialistas no son tan reacios. Y observan la Gran Coalición como una nueva oportunidad de llegar al poder en Berlín si se confirma que la potencial alianza con Los Verdes no resulta factible (los sondeos conceden un total del 37% a la combinación rojo y verde). A falta del resultado definitivo, solo parece evidente la continuidad de Merkel y la improbable supervivencia de Steinbrück.

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